Alexandre
Cirici se exilió al final de la Guerra Civil (1939) a Montpellier (donde
estudió historia del arte) y París en Francia. Regresó a
Barcelona en 1941, y se doctoró en Historia en 1971.
Fue profesor de diseño, y de Sociología en la Universidad de
Barcelona, obteniendo la Cátedra de Historia General del Arte en 1981.
También se dedicó a la ilustración de libros y a la pintura, fue crítico de
arte de las revistas Ariel y Serra d'Or, y
colaboró como técnico artístico en agencias de publicidad. De 1978 a 1981 fue
presidente de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Senador del 77 hasta su fallecimiento en 1983. Teórico,
historiador y ensayista, investiga la crítica de arte, en particular sobre temas arquitectónicos y plásticos contemporáneos, de
diseño gráfico e industrial, etc.
Prácticamente
la mayoría de los detractores de la Arquitectura que Luis Moya Blanco realizó
en la Universidad Laboral de Gijón, toman pasajes del amplio apartado que habla
sobre su arquitectura, del libro “La estética del Franquismo”, que con errores
de bulto, y cuestionable acierto escribió, pero resulta curioso y destacable es que de lo
que nadie hace hincapié, ni alusión, es la aclaración que el mismo autor
hace en el prólogo de su estudio y conclusión que os extraigo:
La
estética nos aparece como un elemento esencial del Franquismo, del mismo modo
que fue un elemento esencial de todos los fascismos pero al profundizar sobre
esta estética nos hemos dado cuenta de que no existen ni una doctrina concreta,
ni un pensamiento mínimamente consistente, ni un arte propio del sistema
El Franquismo no era una doctrina. Era una situación y una correlación cambiante de fuerzas, y era básicamente
la trayectoria de una persona atravesando momentos distintos con la finalidad
de sobrevivirlos.
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